.dimas.melfi.
07 agosto 2005
1ra clase
“-Chicos! A ver… Chicos… Atiendan! Hoy vamos a hacer de cuenta que esto que tenemos acá es una piedra. Una piedra pesada y compacta; una gran laja que va a servir de umbral, de escalón de entrada a nuestra casa. -Y vamos a imaginar que tenemos, además, un cincel y un martillo. Con ellos vamos a escribir en esa piedra. Vamos a manifestar nuestras verdades, voluntades, deseos y creencias. Así, chicos, cada vez que alguien esté por cruzar su puerta, se detendrá en su umbral y leerá. Y si le place, entrará… No, querido, las preguntas al final. Y en lo posible, hechas por mí. Ahora, a escribir!”
- Soy contradictorio. - Soy ciclotímico. - Soy olvidadizo. - Soy ansioso. - 3 cosas: Beatles, chocolates, estrellas. - Quiero mucho. Necesito más. - Disfrutar el momento. - Mañana, es mejor. - Soy repetitivo. Y contradictorio. - A veces, soy eterno.
La clase terminó. Me quedé pensando en las preguntas que me guardé. En las frases que no escribí. En mi última frase, que entró comprimida, tan poco espacio me había quedado. Y en todo lo que significa, cuánto abarca y cuán inmensa se vuelve a medida que camino pensando en ella. Y en la piedra. Y en la eternidad. Y la eternización.
Sin embargo algo me despeja de esas reflexiones. Sé que cuando un umbral se gasta, se da vuelta la piedra y un canto liso, una cara nueva, mira hacia arriba…
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