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hay preguntas que nos hacemos de puro tontos que somos, la respuesta la tenemos implícita en la primera letra pronunciada; o en la punta de la lengua cuando la formulamos, del lado de abajo, ahí donde se esconden la memoria y la razón de las palabras. a veces quisiera ser menos contradictorio, porque en este funcionamiento pendular estoy desgastando el eje que me sostiene y eso no está nada bien cuando uno pesa lo que uno quiere pesar (un cuerpo menudo + la ropa abrigada, más densa + todos los copos que se quedan en mí sin derretirse). porqué volví a patinar en el estanque helado? debía volver a descubrirme la cara durante la nevada? necesito encender el fuego guiñando un ojo?
porque lo pedíbusquéquise, claro está. debería dejar de pensar en las huellas que voy dejando a cada paso, y en todo caso mirarlas con indiferencia, para no caer en la misma cotemplación compasiva del suelo alterado por mi peso. es imposible no afectar un entorno, aún siendo el más mínimo copo. esa es otra frase a tatuar.
quiero nieve celeste y no quiero que me cueste, eso me dijo una vocecita ayer.
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